lunes, 28 de septiembre de 2015

Un Papa samaritano en los Estados Unidos

Un Papa samaritano en los Estados Unidos

Raúl Pariamachi ss.cc.

“Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres “soñar” con plenitud de derechos para su hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.”
(Papa Francisco, Discurso al Congreso)


Mi tiempo sabático en Nueva York coincidió con la visita del papa Francisco a los Estados Unidos. He tenido la oportunidad de seguir atentamente esta visita tomando el pulso al sentir de la gente; también para mí ha sido la ocasión de apreciar la persona y el mensaje de Francisco en el país de las controversias. Me parece que con su presencia el Papa ha mostrado el rostro de una Iglesia samaritana.

¿Qué destaco de esta visita?

Mi primera impresión es que el Papa ha sabido llegar al pueblo estadounidense. En su discurso al Congreso comenzó agradeciendo por estar en “la tierra de los libres y la patria de los valientes” –citando el himno–; precisó que a través de los congresistas se dirigía a todo el pueblo, a los trabajadores, los abuelos y los jóvenes. El Papa supo tejer magistralmente los valores recibidos de Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton, con los desafíos de esta nación en la época global. Sin duda, ha sido el discurso más citado en los medios. Si me permiten una preferencia, diría que ha sido el mejor de todos, quizá porque en este tiempo he conocido mejor a los personajes citados, además porque se trata de valores universales.

Se ha destacado la preocupación del Papa por los inmigrantes. En su primer acto se presentó como “hijo de una familia de inmigrantes” (discurso en la Casa Blanca). En la catedral de Washington animó a todos los obispos a seguir sosteniendo la causa de los inmigrantes. En el Congreso dijo que los habitantes de este continente no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Se suma su encuentro con la comunidad hispana en Filadelfia, donde saludó a representantes de inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos, a quienes pidió que no se desanimen por las dificultades y no se olviden de sus tradiciones. Viene al caso mencionar que más de once millones viven como indocumentados en este país.

Una buena muestra del movimiento de la Iglesia hacia las periferias existenciales ha sido la voluntad del papa Francisco de escoger un lugar significativo en cada ciudad: en Washington su encuentro con los sintecho en el centro caritativo de una parroquia; en Nueva York su reunión con las familias de inmigrantes en una escuela en el Harlem; en Filadelfia su visita a los presos de un instituto correccional. Cabe decir que su presencia en el encuentro interreligioso en la zona del atentado a las torres gemelas ha sido una de las más apreciadas por su significado para este pueblo.

Francisco ha hablado también al corazón de la Iglesia de los Estados Unidos. En sus encuentros ha tenido siempre una palabra para todo el pueblo de Dios, comunicando un mensaje de gratitud, compasión y esperanza. Me gustaría enfatizar sus palabras a los obispos en la catedral de Washington, donde señaló que es importante que la Iglesia en los Estados Unidos sea “un hogar humilde que atraiga por el encanto de la luz y el calor del amor”. En esta línea, se ubicó su presencia en el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, donde el Papa confirmó los valores permanentes de la familia; en la misa de clausura –ante más de un millón de fieles– dijo que nuestras familias son verdaderas iglesias domésticas, donde la fe se hace vida y la vida crece en la fe.

Un último punto a destacar –entre tantos otros– es la visita del papa Francisco a la sede de la Organización de las Naciones Unidas, donde se dirigió a más de 170 jefes de estado en la apertura de la asamblea general. Ha sido una excelente ocasión para que el Papa reitere las esperanzas y las preocupaciones de la Iglesia a los líderes del mundo. Por mi parte, subrayaría su concepto de “derecho del ambiente”, en el sentido de que el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe respetar; así como su manera de vincular el clamor de la tierra con el clamor de los pobres. Francisco dijo ser consciente de su grave responsabilidad al respecto: “Alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas”.

Sin duda también hubo críticas. A algunos no les ha gustado su insistencia en los derechos de los inmigrantes en el país o su crítica al modelo de desarrollo en el planeta; a otros les ha molestado su defensa de la vida humana desde la misma concepción hasta la muerte natural o su visión de la familia interpretada como excesivamente tradicional. Por supuesto, no me es posible analizar estas críticas aquí.

Francisco ha dejado su huella en el cuarto país con más católicos en el mundo, que vive dramáticamente los problemas de esta nueva época; ha sido el Papa samaritano que se hizo prójimo de todos para ser testigo de la misericordia de Dios.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Francisco en los Estados Unidos

Francisco en los Estados Unidos



Raúl Pariamachi ss.cc.



Como “una visita desafiante” ha sido calificado el viaje del papa Francisco a los Estados Unidos, quien estará en este país del 22 al 27 de septiembre, ocasión en la que también visitará la Sede de las Naciones Unidas.

Se calcula que cerca del 80% de la población estadounidense se declara religiosa (el 75% cristiana). La Iglesia católica es la primera denominación cristiana; de acuerdo a sus propias estadísticas, en este país viven 76 millones de católicos que representan el 24% de una población que sobrepasa los 300 millones. Se trata del cuarto país con más católicos en el mundo, después de Brasil (128 m.), México (98 m.) y Filipinas (81 m.). Según el CARA, los 76 millones de católicos estadounidenses se dividen en tres grupos: el primero constituye el 4%, que representa el núcleo de la comunidad católica (quienes participan en la eucaristía dominical y las actividades eclesiales); el segundo constituye el 45%, que representa al católico promedio en los Estados Unidos (quienes participan en la misa una vez al mes y tienen interés por la vida de la Iglesia); el tercero constituye el 51%, que representa la periferia de los católicos (quienes de “declaran” católicos pero en realidad están alejados de las creencias y las prácticas de la Iglesia).

Los desafíos del papa Francisco se entienden en doble dirección, en el sentido de que encontrará un conjunto de desafíos y al mismo tiempo de seguro planteará los suyos a la Iglesia y la sociedad de este país.

La revista Time ha publicado una edición especial titulada Francisco: el mensaje audaz del Papa llega a América, que refleja de cierto modo las expectativas mediáticas por la visita. Se destaca que Francisco es una de las figuras públicas más fascinantes y atractivas de la época global; aunque se reconoce que es un pastor de mensaje audaz y de hablar sencillo, se advierte que vendrá a un país que tiene una de las sociedades más controversiales del planeta, en la que cuestiones como la despenalización del aborto, la aprobación de la eutanasia, la legalización de la unión de personas del mismo sexo, los derechos de los inmigrantes, la corrección del modelo económico, la reorientación de la política internacional y el cuidado del ambiente están en permanente debate. Se cuentan también las polémicas en la Iglesia sobre los movimientos neoconservadores, los abusos sexuales, la comunión de los divorciados vueltos a casar, la posibilidad del matrimonio para los sacerdotes o la admisión de las mujeres a la ordenación sacerdotal.

Una muestra es la reciente portada de la revista Newsweek en la que se pregunta ¿Es católico el Papa? El artículo contrapone las actitudes del Papa a las de Salvatore J. Cordileone (el arzobispo de san Francisco), que según la revista sería un abanderado de las posiciones ultraconservadoras en la Iglesia de los Estados Unidos; se recuerda que un observador ha dicho que nada de lo que Cordileone hace es inconsistente con lo que el Papa enseña. La pregunta sugiere explorar si detrás de los gestos del papa Francisco existe una auténtica voluntad de cambio en la Iglesia.

Por otra parte, en el artículo principal de la última edición de la revista católica América –de los jesuitas–, el autor menciona que 48 millones de estadounidenses viven por debajo de la línea de la pobreza, más de 600,000 personas sin hogar deambulan por las ciudades (negros, latinos y jóvenes LGBT representan un buen porcentaje de estas personas), muchos carecen de una vivienda adecuada y más de 11 millones viven como indocumentados. Cada año los Estados Unidos generan aproximadamente 230 millones de toneladas de basura –con poco reciclaje– y la mayor parte termina en los vertederos. Se estima también que en promedio los Estados Unidos consumen 19 millones de barriles de petróleo al día; aunque representan el 4,5 % de la población mundial, consumen cerca del 20% de la energía del planeta. El autor se pregunta: De cara a estos hechos, ¿cómo podemos responder en los Estados Unidos al desafío del papa Francisco para promover una ecología integral?

El editor de la revista Time prevé que Francisco se guiará por su agenda que está reorientando a la Iglesia en tres direcciones: hacia el centro político, hacia las periferias geográficas y existenciales, y hacia el corazón del Evangelio.

En efecto, en principio se podría discutir si este papa es progresista o moderado, pero de hecho no es conservador. Lo mínimo que se puede decir es que Francisco gusta de ubicarse hacia el centro político, queriendo así mostrar que el mensaje religioso de la Iglesia también tiene sus consecuencias políticas para el bien común. Al mismo tiempo, desde su elección Francisco ha insistido en el movimiento de la Iglesia desde el centro hacia las periferias geográficas y existenciales, que se ha mostrado bien en sus gestos de cercanía a los más alejados, sufrientes y olvidados. El destino de sus primeras visitas es un buen ejemplo. Finalmente, Francisco ha destacado en todo momento la relevancia de hablar desde el corazón del Evangelio, comunicar la buena noticia de Jesús a un mundo que necesita escuchar un mensaje de esperanza y consuelo, no de condena y exclusión. El Papa ha dicho que centrarse en el Evangelio hace que se relativicen ciertas normas y costumbres que han perdido su sentido en estos tiempos.

Un hecho notable es que esta visita papal considera en el mismo periplo a Cuba y los Estados Unidos. Al respecto, el cubano-estadounidense Miguel H. Díaz ha escrito que la invitación de Francisco a encarnar la misericordia de Dios en un mundo cada vez más globalizado por la indiferencia humana y su clara reafirmación de la opción por los pobres, marginados y oprimidos constituyen un valioso desafío para las sociedades de Cuba y los Estados Unidos. Como sumo pontífice (del latín “pons” = puente + “facere” = hacer), el “constructor de puentes” llegará a Cuba y los Estados Unidos para marcar el comienzo de una nueva primavera en las relaciones humanas dentro de y entre estas dos naciones que han estado sociopolíticamente separadas.


Cuando a las cuatro de la tarde del 22 de septiembre el papa Francisco pise tierra estadounidense en Washington D.C., seguramente se habrá iniciado una visita que dará mucho que hablar. Veremos.